sábado, 26 de septiembre de 2015

Finales.



Me dijiste que se acabó. Cuanta tristeza pueden esconder dos simples palabras. Despúes de eso lo veía todo en blanco y negro, y si alguien me decía que después de la lluvia podía salir el arcoíris yo les decía que eso ya no me importaba. Todo siguió como hasta entonces, pero con mucho menos sentido, y aunque era pleno verano, tenía frío porque tú ya no estabas en mi cama para abrazarme por la noche.
Los viernes pasaron a parecerse a los domingos, y ya no solo odiaba los lunes, sino todos y cada uno de los días.
Aún recuerdo cuando me mirabas y sonreías, o me hacías cosquillas. Fue una bonita forma de decirme que me querías sin palabras, y después de todo supongo que lo hiciste, por eso me mentías. Solo cuando dejaste de hacerlo me dijiste la verdad. El problema es que yo te quería tanto que habría preferido mil mentiras más. O no. Ya dudo de las posibilidades, porque cuando algo que creías bonito muere, la esperanza también lo hace. El reloj se me ha quedado parado, siempre llego tarde, incluso a la vida, y ya no se pueden cambian las cosas.
Es probable que nos encontremos en otra vida, y espero que en esa, ya no siga queriéndote.



viernes, 25 de septiembre de 2015

Subo el volumen de la música. Lo subo tanto que no escucho ni mis propios penamientos. Viéndolo así, es lo mejor que puede suceder en este momento.
¿Sabéis cuando intentáis algo con todas vuestras fuerzas pero ni aún así lo conseguís? Empiezan a sangrar todas nuestras cicatrices e incluso se abren otras nuevas. Yo me pongo a mirar al horizonte, y pienso: Ojalá.

Porque no hay nada más bonito que a pesar de todo querer llegar hasta donde siempre soñaste. Hay veces que tienes que coger las maletas e irte. O que se vaya todo lo demás. Alejarte de todos y de todo, ver quién está ahí, quién es realmente importante para tí. Ver quién eres de verdad.

Porque yo ahora mismo no se quien soy, quizá porque me perdí hace mucho tiempo. Me perdí cuando me caí del patinete cuando era pequeña, con las maneras de la persona equivocada, y cuando vi que no siempre después de la tormenta sale el sol.

Pero sigo aquí, mirando el horizonte por la ventana, y pensando: Ojalá, ojalá algún día.

martes, 1 de septiembre de 2015

''Por pedir...

Pido 24 horas a tu lado, en las que nos de tiempo de todo, menos de perder el tiempo''. Venga ya hombre, seamos realistas de una vez.
Siempre quise saber que se siente al querer tanto a alguien, en ese punto de que sepas que para la única cosa para la que no estás preparada es para perderle. Vale. Experiencia recibida.
¿Y ahora que? Porque no se perderte, y te encuentro hasta en el cajón de los calcetines o en esa caja en la que guardo todo lo que la vida me negó. Lo siento, yo me niego a pensar que no te tengo a tí.
Que sí, que sí, que el amor es muy bonito, que la lluvia es una mierda cuando te sientes sola y las resacas de cerveza son, dentro de lo que cabe, las mejores.
Pero volvamos al tema expuesto en la tesis de mi comentario de ''como echar de menos a quien todavía no se ha ido''.
Que cojones, no quiero 24 horas contigo, ni una semana, no, no me voy a limitar a eso. Porque yo te propongo un mundo de dos (vaya ñoñeria). Te propongo un revolcón por las mañanas, y que te voy a preparar los mejores macarrones de tu vida.
Te propongo 24 horas hablando sin parar de todo ese tiempo que hemos tenido que esperar para llegar hasta aquí. Te propongo, bueno te reto a que me des la mano y que te arriesgues a todo lo que te queda a mi lado.
Te reto a quererme. Me propongo quererte. Porque quererte, más que un verbo, se ha convertido en una necesidad.