Digamos que de tanto esperar ya no supe ni que esperar de mi misma. Me fui desgastando, al igual que otros se van desgastando el alma queriendo encerrarse en otro universo paralelo con alguien.
Digamos que de darle tiempo al tiempo, este se nos echó encima.
Nunca he tenido fe en las segundas partes, y no soy una persona que crea que querer a alguien es la mejor forma de quererte a tí mismo.
Es difícil de entender, pero no entenderme nunca ha supuesto un problema para mí.
Reconozco que a veces incluso me falla la voz cuando intento hablar sobre todo lo que ocultan mis maneras.
Reconozco que no se puede tener siempre el miedo bajo la piel, que no se puede vivir con algo que lo que realmente hace es impedirte vivir.
También me he dado cuenta que echarte de menos es una de las consecuencias más radicales que tiene temerle al amor.
Y que más da si es lunes, o viernes. Entiendo que se acaba perdiendo el interés cuando siempre te encuentras obstáculos en el camino. Mi puerta estaba cerrada. Mi puerta sigue cerrada. Me sigue fallando la voz al intentar hablar de lo mucho que deseé perderme en esa playa contigo.
Las madrugadas sin ti, no son lo mismo que las madrugadas contigo, pero me cuesta olvidarlo.